Ahora que he tenido un poco más de tiempo libre salí un ratito de la oficina para visitar el Museo de Arte Colonial San Francisco ubicado a un costado de la iglesia del mismo nombre en calle Londres con la Alameda.
La Iglesia San Francisco empezó su construcción como una ermita por orden de Pedro de Valdivia quien buscaba un lugar para resguardar la imagen de la Virgen del Socorro que lo había acompañado durante toda su travesía.
En 1544 la Orden Franciscana se hizo cargo de la ermita, fue ahí cuando empezaron con la construcción de un templo idoneo para la virgen y es aquí cuando se dedica el templo a San Francisco de Asís.
Esta es la más antigua de todas las iglesias de Chile, se empezó a contruir en 1572 con mano de obra indigena y terminó de construirse el año 1618. Principalmente está hecha de piedra, madera y adobe.

En el museo podemos conocer sobre la vida de San Francisco de Asís (famoso ya que pasó de ser hijo de una familia rica a vivir voluntariamente en la más estricta pobreza) y también sobre la vida eclesiástica durante la época colonial en Chile y Perú.
Actualmente, el Museo está bajo un proceso de restauración por eso funciona en un horario especial:
Jueves y Viernes de 10:00 a 14:00 y de 15:00 a 16:30 y los Sábados de 10:00 a 14:00 horas.
La entrada cuesta $1.000 para los adultos y $500 para niños, estudiantes y tercera edad.
Debido a este plan de restauración el acceso a las salas de exhibición está registrindo.
Podrás visitar:
1.- Sala Sacristía
Esta es una sala dedicada a virgen María. Hay 9 cuadros que representan diversos momentos de su vida pintados entre el s. XVII y el s. XIII traídos a Chile desde Cuzco.
Además hay otras imagenes y representaciones de la virgen, algunos trajes religiosos y mobiliario de la época como baúles y cajoneras con enormes manillas de metal.
Aquí también hay una pintura gigante que muestra el árbol genealógico de la orden francisca. Fue pintado por Juan Espinoza de los Monteros entre 1639 y 1669. Es una excelente representación del barroco peruano.

2.- Gran Sala
La más sorprendente de las salas, muestra la colección más grande de pinturas dedicadas a la vida y obra de San Francisco de Asís. Son 54 cuadros de gran tamaño que retratan distintas etapas como su infancia, su acercamiento a la iglesia, la fundación de la órden franciscana y los milagros que se le adjudican.
Es un lugar increíble. Tómate el tiempo de mirar cada detalle de las obras: las expresiones corporales, el entorno y también los textos explicativos en cada una de ellas escritos en castellano muy antiguo.
Todas estas pinturas se trajeron desde Cuzco y fueron realizadas por el artista mestizo Basilio de Santa Cruz en el s. XVII.

3.- Sala Capitular
Aquí podrás ver una serie de pinturas alusivas a la vida colonial americana de diversos artistas y objetos litúrgicos como: inciensarios, copas y atriles de plata.
Me gusta mucho ver los objetos antiguos y los detalles que tienen. Me gusta pensar cómo se hicieron con las herramientas de la época y cómo han sido los procesos de conservación hasta nuestros días.
Algunos de ellos tienen más de 400 años y parecen como nuevos.

El Museo también cuenta con un patio central con una fuente al medio. En este lugar se encuentran algunas aves que puedes alimentar comprando comida en la boletería.
San Francisco de Asís es consideraro el patrono de los animales. Toda su vida estuvo llena de atención y cuidado a aquellos que llamaba sus «hermanos menores» por eso dentro del museo existen varios animales como pavos, gallinas y tortugas.
Es muy bonito disfrutar de ese jardín interior y darse cuenta que al lado pasa la avenida más importante de nuestra ciudad. Desde aquí se puede ver la torre del reloj de la iglesia desde otro ángulo.
En los pasillos también hay mobilirio eclesiástico como confesionarios y bancas de más de 400 años de antigüedad.
Todo el edificio está construído de adobe y madera.

Importante: Al interior de las salas no puedes tomar fotografías para procurar la conservación de las obras.
Yo pasé más o menos 1 hora recorriendo el museo y lo disfruté mucho. Es un lugar muy tranquilo.
Tengo el recuerdo de haber ido de muy pequeña y ahora que tengo un poco más de tiempo libre tenía muchas ganas de volver.
Mi parte favorita fue sin dudas la vista de la torre del reloj de la iglesia. Creo que se veía más bonito que nunca.
Si andas por el centro de Santiago, te recomiendo que pases 😊 Realmente vale la pena.